CÓMO NO DISCUTIR CON LA FAMILIA EN NAVIDAD
Hemos llegado al punto de no retorno: ya es navidad y se ha abierto la veda para celebrar cenas, comidas y eventos varios en los que nos reunimos con las personas a las que queremos y para nuestro disgusto, con otras a las que no apreciamos tanto. Hay quien odia estas fechas por tener que compartir tiempo y mantel con ese cuñado sabelotodo, con la tía que no deja de preguntar ¿cómo no tienes novio con lo mona que eres?, con el compañero de trabajo impertinente que no nos puede ni ver y contradice todo lo que decimos o incluso con ese amigo “despegao” que sólo aparece cuando tiene algún beneficio que sacar. A esto súmale el efecto de dos copas de vino, que siempre suelen conseguir que la lengua de algún presente se suelte más de lo que nos gustaría. Da igual quien sea la nota discordante en tus cenas festivas, lo importante es que no arruine una velada que puede ser muy agradable gracias a la compañía de los demás. Para ello, hoy te voy a dar unos cuantos consejos que te pueden ayudar a evitar situaciones conflictivas y conseguir salir airoso de esta quincena de compromisos.
VETE PREPARADO: sabes que en esa reunión puede surgir ( y surgirá) un conflicto, una situación incómoda para tí, por un rencor pasado, una pregunta que te va a molestar, una personalidad que no puedes soportar… Asúmelo antes de acudir. Sé consciente de cual puede ser el motivo del conflicto, e intenta ponerte en el lugar del otro. Ve con la reflexión que nos hacemos tras las discusiones ya en la mano. Si por ejemplo sabes que te va a sentar mal que tu suegra comente “que se te va a pasar el arroz para tener hijos”, recuérdate antes de llegar que tú y tu pareja estais felices con vuestra situación y que a nadie más le importa las decisiones que tomais en vuestra intimidad. Saber que conoces los comportamientos de los demás te dará sensación de control, y esa sensación, te da poder y seguridad en ti mismo, lo que te ayuda a maximizar tu autocontrol.
ESCUCHA DE VERDAD: si la discusión ha comenzado y estás sumergido en un toma y daca de acusaciones, párate a escuchar de verdad lo que te dicen desde el otro bando, y no intentes pensar la respuesta que vas a dar mientras la otra parte está hablando. Muchas veces nos vemos enredados en discusiones absurdas en las que las dos partes estamos defendiendo la misma postura pero no nos escuchamos porque estamos demasiado ocupados en pensar cómo vamos a rebatir su discurso. Escucha y luego, piensa tu respuesta. Seguro que así, te das cuenta que muchas veces no merece la pena rebatir más.
TU PIERDES, PERO YO TAMPOCO GANO: Alguien en la mesa hace un comentario desagradable o molesto sobre ti o dirigido a ti. Tú explotas y contraatacas con otro comentario ofensivo y acusador, y así comienza una guerra en la que al final, todos van a perder. Tú, tu oponente y sobre todo, el resto de familiares o amigos que os acompañan. Así que ante este tipo de situaciones lo mejor, que no lo más fácil, es ignorarlo. Piensa que esa situación no es permanente, que en unas horas volverás a tu hogar, a tu vida habitual, a no tener que compartir espacio con esa persona. Tú decides si quieres regresar a casa con la conciencia tranquila o cargando con la culpa de haber entrado a trapo y terminado de fastidiar la velada a todos.
Una manera de demostrar la inteligencia es sabiendo ignorar lo que no vale la pena.
TUS SENTIMIENTOS NO SON CULPA DE LOS DEMÁS: Somos libres de sentir lo que queramos, por eso no debemos culpar a los demás de nuestro malestar. Cuando alguien hace o dice algo que nos molesta, que nos duele, la forma más asertiva de hacérselo saber es expresarlo con sinceridad desde la perspectiva de nuestro sentimiento, no cargándole la culpa.
- Tú me hiciste daño al no llamarme aquel día.
- Cuando no me llamaste, me sentí mal.
¿Ves la diferencia? De las dos maneras expresas lo que sentiste ante un hecho, pero en la primera cargas toda la responsabilidad en la otra persona, le echas en cara un sentimiento tuyo, cuando tú podías haber elegido que no te importara no recibir esa llamada. Expresar nuestras emociones y sentimientos sin cargar la culpa en los demás hace que sea mucho más fácil aclarar situaciones que han generado conflictos.
NO BUSQUES LA PERFECCION: A veces idealizamos las situaciones, queremos que regrese la magia de cuando éramos pequeños y nos parecían días fantásticos donde todos eran felices. ¡Ayyy, que ilusos que no apreciábamos todos los conflictos que los mayores vivían a nuestro lado!. También puede ocurrir que nos dejemos llevar por las anécdotas idílicas de amigos o conocidos que nos relatan sus reuniones navideñas como si fueran episodios entrañables de La Casa de la Pradera. No te dejes confundir, en todas las casas cuecen habas, y en la tuya, como en la de todos, hay cosas buenas y malas. Quédate con las buenas, acepta los defectos, relativiza los errores, ensalza las virtudes y todo lo que te gusta de esas personas que tanto te sacan de quicio y que sin embargo, quieres más de lo que piensas.
Si eres de los que ya en septiembre sufres pensando lo que te espera en estas reuniones navideñas, espero que con estos humildes consejos pueda ayudarte a hacerlas más llevaderas, tanto que incluso que dentro de un par de meses las puedas recordar como un recuerdo entrañable. Por si no lo consigo, suerte mañana con la lotería, a ver si te toca y puedes desaparecer al menos hasta febrero 😉
Yo por mi parte, te deseo feliz Navidad.