5 CLAVES PARA DEJAR DE GRITAR (y entender por qué lo hacemos)
Tienes mil tareas pendientes y poco tiempo disponible, demasiado poco como para perderlo repitiendo órdenes, recogiendo las mismas cosas por quinta vez, pidiendo de mil maneras distintas que por favor, te ayuden a no trabajar el triple. Pero no funciona. Repites las ordenes y peticiones, lo pides por favor, sin favor, por las buenas, a gritos, a gritos, a gritos… y ahí está el cambio de rumbo, la nota discordante que hace que todas las conversaciones, el clima en general, sea un grito constante. Parece que es lo único que funciona pero ¿realmente funciona gritar?. A largo plazo nunca y a corto plazo el tercer grito del día ya ha perdido toda su efectividad. Pero entonces, ¿por qué gritamos?
Nos acostumbramos tanto a elevar la voz para hacernos notar, para que escuchen nuestras peticiones que se vuelve una rutina en nuestro día a día. Vemos como algo normal que una simple discusión se vuelva disputa por un tono de voz inadecuado, además de ineficaz. Porque no, gritar no funciona. A corto plazo parece la panacea ya que tras un grito “bien dao” un falso orden, una engañosa calma reina en el ambiente. Tras un grito todos acatan la orden, o eso parece. Y en caso de hacerlo seguramente sea sólo por esa vez o mientras encuentran la manera de seguir haciendo lo mismo a escondidas, evitando nuestros gritos amenazadores. Otras veces se vuelven tan cotidianos que incluso llegan a perder ese breve poder de paralizar el tiempo en el momento de emitirlo. Y lo que es peor, gritamos porque nos sentimos mal, cansados y con poca paciencia, y creemos que al menos nos desahogaremos pero justamente tiene el efecto contrario.
Gritar fulmina la poca paciencia que nos queda y nos frustra totalmente al comprobar que no ha surtido efecto, con lo que nos sentimos cansados y derrotados, vencidos.
Y ¿recuerdas lo importante qué es la paciencia? Te expliqué un poco aquí. Entonces, ¿qué podemos hacer para no gritar? Varias cosas, pero lo primero es entender los motivos más habituales por los que gritamos:
- Porque nos frustramos. Cuando vemos o creemos que no sirven para nada otras opciones que hemos intentado la frustración nos invade y el único recurso del que creemos disponer es nuestro chorro de voz a la máxima potencia.
- Es señal de haber perdido la paciencia.
- Porque no queremos escuchar los argumentos del otro y chillando sólo oiremos nuestra propia voz, así no vamos a oir lo que nos tienen que decir.
- Porque queremos imponer nuestra opinión con agresividad, sin respetar la opinión de los demás.
- Porque tenemos demasiado estrés y cansancio acumulados y descargamos con quien menos lo merece, haciéndoles daño, un daño que deberíamos después equilibrar.
- Por inercia, porque a nosotros nos gritaban, nos gritan y pensamos que es lo normal. Total, tampoco salimos tan mal. Pero haz memoria ¿cómo respondías a los gritos? ¿Qué sentías?
Suspiramos en silencio lo que callamos a gritos. (Ulises Sánchez)
Independientemente de los motivos que te lleven a exhibir decibelios, te dejo con 5 puntos clave que te ayudarán a dejar de gritar, o al menos, a intentarlo.
- Reconoce tu patrón reactivo. Por qué gritas en realidad. Es fundamental observarnos a nosotros mismos y sacar conclusiones de cuando y porqué gritamos más. ¿Al llegar cansados del trabajo? ¿Cuándo nos habíamos planteado unos objetivos y se nos chafan los planes? ¿Cuándo nos sentimos inseguros y queremos aparentar firmeza? Ser conscientes de los motivos que nos llevan a gritar es tener ganado medio camino para cambiar la actitud.
- Maneja tus emociones. Dejarse llevar por la ira, soltar sapos y culebras a todo volumen y querer que nuestra voz quede por encima de los demás es lo fácil. Cuando notes que la cólera te aprieta la garganta, respira, piensa que gritar no te dará más poder ni la razón y deja que la parte primitiva de tu cerebro se calme para pensar de nuevo con objetividad.
- Comprométete contigo y con tus hijos o familiares de que no vas a gritar. Diciéndoselo adquieres un compromiso público que te dolerá más romper, por lo que te esforzarás en mantenerlo con más ahínco. Incluso puedes escribirlo, en tu agenda, en un papel que cuelgues en la nevera. Hazlo visible para ti y para los demás. Lo que se ve se cumple.
- Se tolerante y recuerda que también tienen sentimientos. En el caso de los niños entiende que necesitan según su edad. Lo mismo para el caso de personas mayores. En estos dos períodos (niños y ancianos) sus necesidades son bastante diferentes a las nuestras y sus baremos de responsabilidad o de importancia de las cosas no tienen ninguna lógica para nuestro ocupado cerebro, pero no por ello están equivocados, simplemente, debemos intentar encontrar el equilibrio.
- Esto va relacionado con el punto anterior. Ponernos en su punto de vista, caminar con sus zapatos. Entender cómo se sienten y porqué nos dará una inyección de paciencia que no sabíamos que podíamos alcanzar. Involúcrate en sus sentimientos y ganarás estabilidad emocional.
No quiero ser pesimista pero intentar llevar a cabo estos cinco puntos no te asegura dejar de gritar hoy y no volver a hacerlo nunca. No significa que las relaciones que se han podido ver afectadas por tu poco aguante vocal van a mejorar mañana. Todo conlleva un esfuerzo y un trabajo a largo plazo. Lo que sí te puedo garantizar, es que los cambios en los que te rodean, aunque sean cambios pequeños los notarás en seguida y desde casi el momento en que te comprometas contigo mismo sentirás como tu paz interior crece cada día.
¿Te animas a cambiar los gritos por sonrisas?
Tag:Autocontrol, desaprende, No gritar, Paciencia
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4 comentarios
Yo ya no grito, no, ya paso de cabrearme, yo no soy así y últimamente me pasae el día gritando y lo que es peor, nadie parecía que me oyera. Así que no grito y cuando llevan un rato que no me escuchan me preguntan y entonces puedo expresarme adecuadamente…si es que no han perdido la oportunidad, igual ya es tarde!!
Haces muy bien. Gritando lo más que consigues es cabrearte aún más de lo que ya estuvieras, primero por quemar lo que te queda de paciencia, y después porque ves que casi nunca hacen efecto los gritos y te has enfadado para nada. Esa técnica de no hablar y que sean ellos los que te preguntan es muy eficaz!! y si pierden muchas oportunidades aprenden enseguida a no hacerte esperar. Buen trabajo 😉
Aquí parece que hasta que no alzo la vozmi inquilina no escucha….Y eso me frustra, porque no me parece la mejor manera de hablar con ella.
Un saludo
Es normal que te frustres María, y es muy bueno que veas que hablar a gritos no es la mejor manera de comunicarse. Te propongo que hagas el esfuerzo por no gritarla, y para que te escuche, prueba a explicarla en un momento tranquilo que esa manera de hacerte entender no es buena para ninguna de las dos, que no vas a gritar más pero que sólo vas a decir las cosas una vez. Mejor afirmar algo con tranquilidad y cumplirlo a la primera que gritarlo cien veces y no ser consecuente. No sé la edad de tu inquilina, pero dependiendo de ella podríamos ampliar los consejos en un sentido u otro.
Gracias por pasar a comentar, un abrazo.